Suiza II: Nos vamos de festival al Paléo de Nyon y baño en el Lago Lemán.
- Alfredo Moya
- 18 ago 2022
- 4 Min. de lectura
Después de pasar mis dos primeros días en el pueblo alpino de Verbier, pusimos ruta a Bursins, un pueblo cerca de Nyon dónde nos esperaba Laurène, una amiga del Erasmus con quien iríamos esa tarde de festival.

Conducimos unas dos horas y media hasta llegar a un pueblecito cerca del Lago Lemán y nos reencontramos con toda su familia, una mesa llena de comida y vino suizo, dispuestos a probar un plato típico llamado Malakoff, queso rebozado y frito, exclusivo de esa pequeña región en Vaud.
Para nosotros esa comida era una de las más esperadas ya que el día iba a ser muy largo con nuestra visita esa misma tarde y noche al Festival Paléo, el mayor festival de música que se celebra en Suiza con una gran variedad de artistas y de estilos musicales que no me podía perder bajo ningún concepto.
Estuvimos disfrutando de una buena charla durante horas, copas de vino por aquí y copas de vino por allá, a modo de warm-up, probando los vinos que la familia de Laurène hace de sus propios viñedos en la orilla del Lago Lemán.

A las cinco de la tarde y bajo los aterradores 37 grados de temperatura que asolaban en Bursins, fuimos a casa de unas amigas de Laurène para hacer un poco de pre-drink, beer-pong y baño en la piscina antes de estar listos para poner rumbo a Paléo.
Ya cambiados y listos para salir, fuimos a por el bus lanzadera que nos acercaba a Nyon y entramos dentro del recinto del festival. Debo decir, que era la primera vez que iba de festival después de la pandemia y estaba muy emocionado por ello.
Entramos en un recinto enorme, con 5 escenarios con diferentes estilos musicales, 20 bares y 70 food trucks con comidas de todo el mundo, espectacular.
Ese día, la estrella que actuaba era Orelsan, el artista francés de referencia del momento y lo veríamos en directo cantar canciones como "La Quête" mi favorita y practicamente única que conocía de su repertorio...

Fuimos descubriendo las diferentes zonas y escenarios del festival, aunque debo decir que uno de los que más me impresionó fue el "The Village" un espacio con filosofía Silent Disco en la cuál te entregaban unos auriculares inalámbricos y tu podías seleccionar qué tipo de música querías escuchar y podías hacer la fiesta "a tu aire" y según tu preferencia musical.
La verdad, tuve la oportunidad de descubrir a muchos artistas franceses de los que jamas había escuchado y honestamente debo decir que son francamente buenos y que las letras de sus canciones tambíen, salí de allí con ganas de hacerme una playlist y con Shazam ardiendo de tantas canciones buenas que descubrí.
Después de pasar por los diferentes escenarios, llegó la hora de la verdad y el escenario principal se llenó a niveles estratosféricos con la llegada de Orelsan, fue increible ver a tantas personas cantando a coro esas canciones.
Cerramos la noche con algo de techno hasta las 4 de la mañana y volver a casa de convirtió en todo un reto ya que nos pasamos la parada de largo y tuvimos que andar por en medio de los viñedos con el Flash hasta encontrar, de pura casualidad la casa.
Con una resaca algo fuera de lo normal, al día siguiente hicimos un pequeño brunch dónde mezclamos Jamón de España, con Quesos suizos y otros productos locales y para despertarnos un poco, pusimos rumbo a una de las "playas" que hay a lo largo del Lago Lemán.
Bañador, toalla y algo de protector solar, compramos unas cervezas y nos fuimos al lago, dónde la gente tranquilamente hacía barbacoas y pasaba el rato a la par que dándose un baño en un agua sorprendentemente caliente, elegimos ir a la Playa de la Dully.
Me asombra la sociedad suiza, la verdad, les tenía por gente bastante cuadriculada y muy casera pero la verdad, son de lo más amable que hay y su hospitalidad llega a niveles que nunca hubiese imaginado, me llevo una gratificante sorpresa de ver que son muy parecidos a nosotros, que les gusta disfrutar de las pequeñas cosas.
Nos pusimos algo más morenos y nos quemamos un poco, subestimé al sol en suiza y aprendí la lección.

Cuando intentamos volver a casa de Laurène para tomar algo de vino antes de irnos a Friburgo, nos dimos cuenta de que nuestro coche estaba completamente atascado en el barro y que no había forma humana de sacarlo de allí. Quemamos el embrague, desgastamos los neumáticos y el coche sin moverse apenas un centímetro. Tuvimos que levantar el coche con un gato, allanar el suelo y poner madera debajo para aumentar el grip y finalmente lo conseguimos.
Llegamos a casa de Laurène, dónde recogimos todas nuestras cosas, nos despedimos entre sonrisas y lágrimas para poner rumbo al centro del país: Friburgo, última parada mi recorrido por Suiza.
Os dejo nuestras últimas fotos en Bursins, en Gilly (pueblo al que llegamos en bus por error) y finalmente las vistas increíbles desde casa de Laurène!
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