Cracovia a -16ºC: Un finde de Café, Térmica y Amigos
- Alfredo Moya
- 11 ago 2023
- 5 Min. de lectura
Aquellos que viven con frío, buscan el calor y los países cálidos, huyen. Eso es cierto y eso es lo que nos ocurrió a mediados del mes de Diciembre.
Estábamos en una cafetería en Barcelona con dos amigos pensando en algún sitio que visitar y que el plan encajara para tres días de viaje. Estuvimos cruzando destinos y descartando opciones hasta que nos cruzamos con Cracovia a 70€ i/v. Nos lanzamos.
El título del post, fue nuestra reacción dos días antes de salir y al comprobar la previsión meteorologíca, la friolera de -16ºC de media durante el día y casi -23ºC nada mas caer el sol.
Pedimos el viernes libre en el trabajo y a las 10.00 am estábamos en la T2 del Aeropuerto de Barcelona listos para embarcar en un A320 de WizzAir rumbo al frío polar. ¿Íbamos preparados para ello? La respuesta fue: Si, pero no mucho; sin embargo no había vuelta atrás.
Aterrizamos tras tres horas de vuelo en Cracovia con unos "maravillosos" -4ºC (la máxima de toda nuestra estancia) y aguanieve suave, salimos del aeropuerto en búsqueda de un Bolt que nos llevara al aeropuerto y tras quedarnos soprendidos por las habilidades de los polacos al volante y la no existencia de normas de tráfico y una emisora de radio que ofrecía temazo tras temazo, llegamos a nuestra "humilde morada", un apartamento super céntrico con unas vistas increíbles y con la calefacción encendida.
Dejamos atrás las chaquetas ligeras para ponernos todos las térmicas, los abrigos y las botas para que plantarle cara a los 20cm de nieve que se acumulaban en las calles de Cracovia y pusimos rumbo al Centro Histórico.
Nuestro primer destino fue ir al Rynek Główny, o plaza central de la ciudad, dónde fuimos directos a la Catedral de Santa María. Hay una tradición que se remonta al Siglo XIII y es que en lo más alto de la torre, siempre había un vigilante que mediante una trompeta advertía acerca de la llegada de tropas enemigas, posibles incendios y altercados que pasaran en la ciudad. Desde entonces, la ciudad ha decidido mantener esta tradición viva cuatro veces al día manteniendo cada detalle, ya que el trompetista toca una canción y para de repente y de forma seca ya que en el pasado el flautista fué alcanzado por una flecha y cayó al instante. Después, fuimos por el Interior de la Lonja de los Paños y visitando las diferentes tiendas hasta que por fin, fuimos a comer los típicos pierogis de Polonia en un restaurante llamado Pierogarnia Krakowiacy justo a 2 min de la plaza central.
Tras llenar nuestros estómagos salimos a la calle y nos dimos cuenta de que el frío empezaba a apretar, viéndonos "obligados" a modificar el plan original así que buscamos un bar en el que refugiarnos y tomar una cerveza y algun que otro chupito de su licor típico, el Soplica. Terminamos en el U Kacpra, un pub con karaoke y mesas de billar dónde animamos el cotorro con alguna que otra canción española y calentamos motores para salir esta noche con rumbo al Teatro Cubano, una discoteca dónde sólo suena música en español y para sentirnos como en casa. Os recomiendo que llevéis efectivo porque el guardarropa es en cash y si pagas en efectivo entras sin hacer cola, como en España hará unos años.

Al día siguiente, con ojeras y con cierto dolor de cabeza, duchazo de agua fría, térmica limpia y cuatro capas de ropa pusimos rumbo a una panadería para desayunar algo y seguimos hasta el centro de la ciudad dónde salía nuestro tour al Antiguo Campo de Concentración de Auschwitz-Birkenau, visita obligatoria si viajas a Cracovia. Nosotros lo reservamos a través de Civitatis y pagamos 39€ por persona incluyendo el traslado ida y vuelta, visita y guia del tour en Español (os dejo el enlace, no gano nada con ello).
Tras hora y media de trayecto, llegamos a Auschwitz 1 en el día más frío del año con unos increíbles -23ºC y con el termo de café listo. En 2018 tuve la ocasión de hacer este tour en verano y os puedo asegurar que en invierno impacta mucho más.
Estuvimos dos horas realizando la visita del primer campo de concentración, nos contaron toda la historia de toda la gente que pasó por las instalaciones a lo largo del Holocausto y el transcurso de la Segunda Guerra Mundial y la verdad, no te deja indiferente conocer todo lo que pasó hace un siglo.
Tras la visita al primer campo, pudimos tomar un café y comer algo para luego ir a Birkenau, el campo de exterminio más grande del mundo dónde se llegaron a concentrar más de un millón de personas injustamente con unos aterradores -27ºC, ni la térmica ni la chaqueta hacían su efecto, el frío era de otro nivel. A lo largo de la visita, nos enseñaron los barracones donde la gente dormia, las famosos vías de tren que entraban hasta el campo de concentración y parte de los edificios que conformaban el campo, toda una lección para no olvidar que lo que pasó en el pasado nunca debe volver a repetirse y esa es la voluntad del pueblo polaco.
Como dato curioso, todos los estudiantes de Polonia visitan de forma obligatoria con el colegio los campos de concentración para que nunca olviden lo que pasó en su país, recordar a aquellos que ya no están y concienciarse de que hay que evitar que algo así vuelva a suceder.
Tras cinco horas, mucho frío el corazón encojido, subimos al bus para volver a Cracovia y trás una siesta que duró lo equivalente a todo el trayecto, volvimos a nuestro apartamento para ducharnos con agua caliente, tomar un té y salir a callejear por el barrio de Kazimierz, antiguo barrio judío de Cracovia.
Nuestro primer destino fué el famoso bar Singer, que toma el nombre de la marca de máquinas de coser Singer y como dato curioso verás que en las mesas de bar hay máquinas de coser, algunas de ellas aún funcionan. La decoracíon y la ambientación del lugar, te teletransporta al inicio del Siglo XX.
Tras unas cuantas cervezas, dicimos comer un bocadillo en Endzior, situado en la Plac Nowy de Kazimierz, dónde te sorprenderá la variedad de combinaciones que llegan a hacer y lo buena que está la comida, para después volver andando hacia el centro y terminar en el Space Club, una discoteca con diferentes salas y diferentes estilos musicales que culminaron la noche.
Tras comer un kebap a las 5 de la mañana en el bar de referencia, digo de referencia porque la primera noche fuimos a hacer la recena allí y nos hicimos muy amigos de Anya, la camarera del sitio y nada mas llegar nos puso música española en el bar. Con ese subidón, terminaba nuestra última noche.

Al día siguiente, amanecimos tarde y deprisa y corriendo tuvimos que empaquetar las mochilas y hacer el check-out. Nuestra sorpresa ese dia fue que la temperatura era alta, -3ºC, salió el sol y decidimos callejear con tranquilidad, desayunar algo e ir hasta la zona del rio. Por el camino, fuimos haciendo fotos de todo lo que nos quedó por ver, tomamos una cerveza y decidimos buscar un restaurante típico Polaco: Starka, un restaurante kosher con una gran variedad de platos que nos dejaron con ganas de una siesta acompañados por licores típicos de la región; comimos hasta no poder más.
Tras llorar un poco porque el viaje llegaba a su fin, pusimos rumbo al apartamento, recogimos las mochilas y maletas y en un Uber pusimos rumbo al Aeropuerto, dónde pudimos comprar algún que otro souvenir, fumar un cigarrillo en las apestosas cabinas del Aeropuerto y con algo de retraso, 22:30 aterrizabamos en Barcelona con unos increíbles 12ºC y con ganas de sacarnos la camiseta térmica.

Ese día, prometimos no quejarnos nunca más del frío.
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