Malta: Una isla paradisíaca para el Gozo
- Alfredo Moya
- 19 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Salir de fiesta garantiza que el levantarse con dolor de cabeza, resaca y con la ropa sucia y con olor a tabaco, Malta no es ninguna excepción, nunca te cansas de su fiesta y de su gente.
Contra todo pronóstico, a las ocho de la mañana alguien llamó a la puerta de nuestra habitación, el servicio de la limpieza apareció delante nuestro; les invitamos a que volvieran más tarde...
Conciliar el sueño fue un ardua tarea, nos acabamos levantando temprano y pudimos disfrutar del desayuno continental que se servía en el lobby del hotel junto a ingleses y australianos alojados en el hotel.
10:30 nos encontrábamos de nuevo sentados en el coche esta vez rumbo a una de 21 islas que tiene Malta: Gozo, cuyo nombre le hace justicia, es una pasada de isla, la disfrutas, la gozas.

Volvíamos a la carga, carreteras arriba y abajo, curvas pronunciadas, señales de "Speed KIlls" y radares nada camuflados, seguía desconcertado por las rutas que Google Maps nos sugería a cada km que avanzábamos. Incertidumbre, reducciones de marchas bruscas y algún cactus roto en medio de la carretera no fueron impedimentos válidos para no llegar a la terminal de ferry. Una cola corta de apenas 5', ¡embarcamos los vehículos rumbo a Gozo!
La travesía fue corta de apenas 25 min. pero insoportable, el sol daba con potencia en la Sun Deck, 32ºC y un grupo de 14 chicas indias que no paraban de gritar; luego dicen que somos los españoles e italianos quienes gritan al hablar... ¡Mentira!, me estalló la cabeza...
Como reloj suizo, nuestra llegada a Gozo fue a la hora prevista, GPS conectado y rumbo fijado: Rawla-Bay, también conocida como la Orange Beach, la playa Naranja, por el color de su arena. Este sitio, es de aquellos que por más que veas fotos por Internet, la realidad supera a con creces a todo lo que puedas encontrar, ese color anaranjado nunca visto, me dejó boquiabierto.

Protector solar, toalla estirada en la arena y cerveza fresca, lo único necesario para aguantar el calor y disfrutar de las aguas turquesas de dicha playa. En Malta, es frecuente que el agua esté muy fresca, es un archipiélago, pero a la que te zambulles, ya no sales, es un gozo. Fueron casi 4 horas las que pasamos bajo ese sol de justicia, negros como congoleños, decidimos ir a comer, nos quedamos gratamente sorprendidos por los precios, cantidad y calidad, en España, Italia o Grecia, comer en un "chiringuito de playa" sale caro, en Malta no, pues el 85% de los clientes son locales y el resto extranjeros, así que por 7Eur comes tu pizza y te tomas una Cisk, la birra maltesa por excelencia.

Era tal el apalanque y la tranquilidad que se respiraba en el lugar, que había una fuerza sobrenatural que no te dejaba levantar de la silla del bar, se estaba demasiado bien allí. Contra todo pronóstico, conseguimos levantarnos de dicha silla y volvimos al coche, cerrado y al sol durante 6 horas, era irrespirable el micro-clima que se había formado en su interior; fuimos 20 minutos con las ventanas y el techo solar abiertas para restablecer el entorno.
Después de dar vueltas por la isla a lo Bus Turístico de doble piso, decidimos volver a la Isla de Malta, se estaba haciendo tarde y para esa noche había algo especial que requería nuestra presencia a las 8PM en punto. Si en pasadas entradas no lo mencioné, Malta tiene mucha influencia italiana, motivo por el cuál tuvimos que esperar una hora y cuarto para embarcar en el susodicho; llegamos tarde a ese evento especial y tuvimos que modificar el plan de esa noche; nos apalancamos y salimos muy tarde del hotel, no quedaba casi ningún sitio abierto para cenar a las 23h más que los bares de Bugibba, un municipio que se podría comparar con Salou o Lloret de Mar, gente bebida y locales con rótulo de neón a pie de playa. La cena no fué espectacular, para darle algo más de vida a la noche, decidimos ir a dar una vuelta y encontramos un bar cuya oferta de cervezas la formaban Mahou, Estrella Galícia, Estrella Damm, entre otras, todas ellas españolas, nos hicieron sentir como en casa, fué agradable.

Mientras tomábamos esa Mahou, los bostezos empezaban a acechar y el sueño ya se apoderaba de nosotros, hicimos el planteamiento moral y el veredicto fue el de volver al hotel; el plan que teníamos para el día siguiente era el más deseado del todo el viaje: La Isla de Comino y el Blue Lagoon, más bien conocido como el caribe maltés, ir descansados era lo mejor para disfrutar de tal paraíso.
Pd: Mientras hacíamos ruta por la Isla de Gozo, me enamoré de este coche, un MG de 1977, fabricado en Inglaterra y de los pocos modelos que quedan que se hacían totalmente a mano sin uso de ninguna máquina.

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