Malta, primeras horas en el paraíso
- Alfredo Moya
- 14 jun 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 24 jun 2018
El grupo español "Los del Río" dice en una canción, que Sevilla tiene un color especial y diferente, pues debo de decir que dicha canción se encaja a la perfección con Malta, tiene una combinación de colores y sabores que la convierten en especial.

La República de Malta, Repubblika ta' Malta en Maltés, un país formado por conjunto de 21 islas situada en el Sur del Mediterráneo y cuenta con 420.000 ciudadanos. Bajo el dominio del Reino Unido y bajo la influencia de los países que tiene sus alrededores, ha heredado lo mejor de cada uno de ellos a nivel cultural y arquitectónico, incluido el conducir con el volante a la derecha.
Nuestra llegada a la isla fue tardía, seguido de un primer incidente, alquilar un coche. Una vez nos dieron las llaves, nos equivocamos de vehículo y con el mismo mando a distancia dos coches se abrieron, el miedo nos entró de golpe y por suerte nos hicieron un upgrade de vehículo a cinco categorías superior a la pagada sin pagar.

Una vez estábamos sobre ruedas y conduciendo por la izquierda, rallamos el coche con un muro de hormigón, cosa que no impidió llegar a Paceville, el barrio de fiesta de St. Julian's Bay. Una serie de pubs y discotecas para "guiris" muy propio de Magaluf se nos plantaba delante, pintas de cerveza a 3€, copas a 1,70€ y shots de tequila a precios inferiores al euro. Fué divertido pasar por cada uno de esos locales y descubrir que en Malta tienen mucho aprecio a la cultura hispana, todas las discotecas pusieron canciones en español e incluso había una fiesta temática española. Todo ello, hasta la salida del sol y después de comer una gran hamburguesa en modo resacón en Hugo's Burguer.
El día empezaba con una siesta en el coche y la llegada a la primera playa paradisíaca de la Isla, situada en Ghadira, noreste de Malta. Algo muy frecuente en Malta es que si quieres disfrutar de la playa, debes alquilar tumbonas, hay poco espacio para toallas, vale la pena y no es caro. Ante nosotros, un azul turquesa parecido a las playas de Cerdeña y gente local de Malta pasando un sábado cualquiera. Lo bueno de estos sitios, es que hay garitos de playa que te llevan pizzas a la hamaca por menos de 10€/pizza+bebida.

Sin mirar el reloj, nos percatamos de que ya eran las 14h 30, debíamos poner rumbo hacia nuestro hotel para realizar el check-in. Después de ensuciar el coche con litros de arena, arrancamos y empezamos a descubrir la verdadera esencia de Malta, conduciendo por carreteras secundarias o terciarias de doble sentido e único carril más propias de Texas o de Palestina, muy paradigmático para ver que culturas se mezclan en el país, para nada la idea que teníamos de Malta; llegamos vivos y sin nuevas abolladuras a nuestro hotel en Bugibba. Una vez dejamos las maletas, fuimos directos a la piscina del hotel para proseguir con la siesta y el tomar el sol; cuando conseguimos levantarnos de las tumbonas, nos cambiamos de ropa y decidimos visitar la capital: La Valletta.

La Valletta, con un total de 5.850 habitantes, es la capital de Malta. Llegar hasta ella es facil, aparcar es un reto no apto para personas con poca paciencia, pues es el San Francisco del Mediterráneo, calles cuesta arriba y cuesta abajo sin lógica alguna y aparcar marcha atrás con una pendiente del 21% hizo que quemáramos el embrague un par de veces.
Rodeados de un ambiente árabe, tunecino e italiano, las calles de Valletta recuerdan a los pueblos italianos del sur, cuyas cales están adoquinadas y con gente tomando el café en medio metro cuadrado. La peatonalización del centro histórico ha jugado un papel clave en el desarrollo turístico de Valletta, permitido que no masifique la ciudad a su misma vez que la magnitud de la ciudad propician a que el turista se pierda de forma involuntaria por sus calles, descubriendo todo lo que se esconde en su interior; nos enamoramos de la ciudad.

Acordeones, terrazas con gente cenando, niños jugando a pelota en las plazas centrales y la integración del turismo con los locales malteses, hacen que la ciudad siga con su vida y fomenta la armonía entre ambos colectivos, cosa que permite el gozo de ambos y que el turista disfrute de una ciudad tranquila y agradable con restaurantes originales y música en directo, a precios muy asequibles.
Nuestra elección para la cena, fue el D'Office Bistró situado a escasos metros de la plaza de St. Gorg/San Jorge donde se servían platos de estilo italiano y francés con un toque maltés, integrando todos los elementos más conocidos de la cocina maltesa: las especies, las olivas, el queso y embutidos. La velada se amenizaba con música clásica al son de un acordeón y un amable músico francés con cigarrillo en boca a la par que toca.
Con las pilas cargadas de nuevo, poníamos de nuevo la directa rumbo a Mdina, mas concretamente, a Gianpula Village, un macro complejo lleno de fiesta en el noroeste de la Isla de Malta. Hizo falta paciencia y Google Maps para poder llegar hasta allí, se deben atravesar más campos y caminos de tierra; merece la pena hacerlo.
El ambiente y el village, eran más propios de Marbella que de Magaluf, con lo cuan era un upgrade en la categoría de la fiesta. Nada más aparcar, ya vimos dos banderas de España y mucha gente cantando en español; ese era nuestro sitio! Al son de un "dj/animador" llamado Pablo Pintor, estuvimos bailando hits propios de nuestra casa y canciones comerciales hasta que el cuerpo dijo que debíamos ir a descansar. El problema de Malta, es que las copas son baratas y muy poco cargadas, razón por la cual te debes tomar 7 u 8 para poder disfrutar de la fiesta.
La vuelta a casa, fue un poco más dura de lo normal, tuvimos que circular unos 4km por carreteras secundarias de un único carril y doble sentido, descubriendo así que conducir por Malta es caos total y que se aplica la ley del primero que entra, primero que pasa. Creo recordar que rompimos algún cactus y alguna planta con el coche, pese a todo, eran las cuatro y media de la mañana y ya estábamos de nuevo, metidos en la cama, listos para vivir otro día en el paraíso.
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